En medio del dolor en Panamá, nuestros atletas de élite deben apoyar

@haromdioarrochasports/El dolor y el sufrimiento siempre han sido los mejores guardianes para los pobres, es decir, los más vulnerables a las consecuencias de enfermedades o en el caso de una tragedia.

En este caso de la pandemia del coronavirus han servido de guardianes para advertirnos el peligro que corremos ante este terrible virus que ha matado a casi 20 mil personas en el mundo.

Aceptando el reto de cumplir con mi cuota de responsabilidad social, reflexiono un poco sobre lo que en realidad importa, que es la vida de todos los que hemos nacido en este hermoso país.

De igual manera instó a mis colegas cronistas deportivos que acepten el reto en favor de la sociedad y en este esfuerzo juguemos el papel fundamental que tenemos que jugar.

Cumplamos con nuestra cuota de responsabilidad social.

En este momento se debe demostrar la solidaridad y no sacar ventaja con nada, lo que es lamentable haya pasado en el caso de los consumidores que han afrontado aumentos desmedidos en insumos tan básicos como el alcohol y las mascarillas.

Acatemos las medidas emanadas de nuestros gobernantes, pero también mantengamos los ojos abiertos para proteger a los más vulnerables.

Es inaceptable que en medio del dolor haya gente que busque sacar ventaja agarrando todo como me tocó observar en un supermercado de la localidad sin importarle con un montón de gente que también necesita comprar sus alimentos.

Por último voy a referirme a nuestros atletas élites, para ser más específicos, a nuestros big leaguers, a los que hago un llamado a la solidaridad y apoyo en este difícil momento que está viviendo Panamá.

Y como hombre apasionado al tenis no puedo pasar por alto mi reconocimiento al noble gesto del tenista Roger Federer, campeón de veinte torneos el Grand Slam.

Roger anunció este miércoles 25 de marzo del 2020 el donativo de un millón de francos suizos (un millón de dólares, 943.000 euros) para las familias pobres de su país, las más vulnerables a las consecuencias de la pandemia del coronavirus.

No hay mal que por bien no venga.

¡Dios es maravilloso!