Despaigne y el cambio que vale un sueño

Despaigne y el cambio que vale un sueño
Despaigne y el cambio que vale un sueño
Ap
06 de agosto 2013 - 16:10

Superada la entrada principal del estadio de béisbol de Viladecans, al otro lado del graderío se escucha el feroz zumbido de una bola rápida y su impacto con el cuero. "Ahora, curva", solicita Claudio Scerrato, ojeador de los Filis desplazado a esta localidad satélite de Barcelona para presenciar las evoluciones del cotizado lanzador cubano, Odrisamer Despaigne. El diestro asiente, levanta exageradamente la rodilla, arma el brazo y suelta una parábola que, en su último tramo descendente, se precipita endiabladamente, obligando al receptor a bajar el guante, levantando una nube de polvo. Luego vienen la bola cortada y el lanzamiento estrella: un cambio de ritmo de lujo. Y vuelta a empezar con la rápida. "¡Buen control!", exclama Scerrato, radar en mano y con marca de Grandes Ligas en pantalla: 91 millas. Este lunes es un día especial para Despaigne y su padre, Francisco, pues la presencia del ojeador ha trasladado su entrenamiento diario, que habitualmente realizan en un descampado cercano, al estadio municipal. Y es que Despaigne, uno de los mejores lanzadores de Cuba, no suelta el brazo ante un público cuantioso desde que lo hiciera para Industriales, el equipo de sus amores y puntero de la isla, hace ya unos meses. Bastante antes de que forzara otro brusco cambio. pero en su vida. "He ganado títulos con Industriales, he jugado un Clásico Mundial con Cuba y ahora necesitaba nuevas metas, así que dejé mi país para realizar el sueño de jugar contra los mejores en las Grandes ligas", explica Despaigne quien, en más de una ocasión, se ha despertado a mitad de noche con la imagen de astros como Albert Pujols o Miguel Cabrera esperando sus lanzamientos. Y el pasado 29 de junio, este hijo de La Habana abrió la puerta de sus sueños en un aeropuerto de Paris, dejando atrás a sus compañeros de la selección cubana y el torneo programado en Holanda, y poniendo rumbo Viladecans donde se reunió con su padre, al que no veía desde que también abandonara Cuba 11 años atrás. "Fue traumático dejar mi país, mi familia y mis compañeros, pero he vuelto a ver también a mi hermano pequeño y estoy disfrutando este momento, esperando que el sueño se cumpla", explica el pelotero, seguidor de fútbol del Real Madrid pero quien el viernes quedó impresionado por el coloso del Barcelona, cuando acudió a ver un partido contra el Santos de Brasil. Ahora espera obtener el permiso de residencia de España para, a su vez, recibir el visto bueno de la oficina de inmigración de Estados Unidos y poder entrar en el país norteamericano. Solo entonces se convertirá en agente libre y podrá optar a un lucrativo contrato en las Grandes Ligas, donde ya tiene a varios equipos esperándole, aparte de Filadelfia. Yanquis, Mets, Medias Rojas, Gigantes, Bravos y Marineros son solo algunos de los que han aparecido por Viladecans y, aunque Despaigne no da pistas sobre preferencias entre Liga Americana o Nacional, aludiendo a factores más allá del dinero, da la impresión de que los primeros parten con cierta ventaja por contar en sus filas con la asesoría del ex astro cubano Orlando "El Duque" Hernández. "Ha llamado, interesándose por la situación", admite Despaigne, consciente de que el lazo con el ex compañero de su papá en Industriales va más allá de lo deportivo. Y es que el aspirante a Grandes Ligas se alimentó de beisbol desde bien pequeño y solía ir al estadio a ver lanzar al Duque, al que aprendió a emular. "Tenía un gran control y lanzaba de diversos ángulos, con una forma peculiar y la pierna muy arriba. Era difícil imitarlo, pero lo logré", dice. Despaigne, quien luce gorra de Industriales y camiseta de Cuba, vio su primer partido de Grandes Ligas "gracias a un video: Yanquis-Boston", se declara un estudioso del juego que incluso manda señas a sus coequiperos, y evidencia estar al día cuando le comenta a Scerrato del último fichaje de los Filis, su ex compañero Miguel Alfredo González, quien también desertó en febrero y acaba de firmar un contrato que le reportará 60 millones de dólares. Aunque se apresta a señalar que "siempre seré de Industriales y tiene tanto mérito el que se va como el que se queda en Cuba", la aspiración del abridor, quien acabó la pasada campaña con foja de 10-5 y 3.41 de efectividad en la liga cubana, no es otra que seguir el mismo camino que González o incluso Hernández, ganador de la Serie Mundial en su primera temporada en Nueva York. "En un año me veo en Grandes Ligas, contento y con los míos", pronostica. Miedo no le da "porque tengo repertorio y la pelota es la misma", pondera. Y talento para atraer una oferta millonaria no le falta, en opinión de Scerrato. "Tira desde varias posiciones. Tiene un buen brazo y gran dominio de la zona con la recta, el slider y la curva. Aún puede incrementar su velocidad a 94 millas. Su control es buenísimo", valora el ojeador, respondiendo así al mayor interrogante sobre su fiabilidad y subrayando "el cambio, excelente" como el mejor lanzamiento de su repertorio, pero también destacando "la curva hacia abajo, muy `nasty" (malévola)". Y puestos a comparar, Scerrato tampoco se corta: "Tiene el mismo movimiento que El Duque, con la pierna muy arriba y la bola escondida. Ojalá tenga el mismo éxito". Con ese afán, Despaigne seguirá esperando que la burocracia desatasque su situación y puliendo ese cambio demoledor que, unido al que forzó aquel día en Paris, bien vale un sueño.

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