Zagreb se viste de rojo y blanco para recibir a sus subcampeones del mundo

Reciben el cariño de su gente

Zagreb se viste de rojo y blanco para recibir a sus subcampeones del mundo
Zagreb se viste de rojo y blanco para recibir a sus subcampeones del mundo / AFP
Afp
16 de julio 2018 - 17:17

Una ciudad vestida de rojo y blanco: sin abandonar la euforia pese a la derrota en la final del Mundial el domingo ante Francia (4-2), Zagreb recibió este lunes a la selección nacional de fútbol, de regreso al país tras el histórico subcampeonato en Rusia-2018.

Según la policía, unas 550.000 personas, o sea del 10 al 15 por ciento de la población de Croacia, salió a las calles de Zagreb, entre el aeropuerto y el centro de la capital, para recibir a su selección.

Le llevó unas cinco horas al autobús que llevó a la selección ir desde el aeropuerto hasta la plaza Jelacic, en el centro de la ciudad.

Algo nunca antes visto a excepción de la misa que dio el Papa en 1994 en un país donde nueve de cada diez habitantes dicen ser católicos.

Ni el general Ante Gotovina, considerado por sus compatriotas un héroe de la guerra de la independencia contra las fuerzas serbias (1991-1995), reunió tanta gente a su regreso al país en 2012 tras ser absuelto por el Tribunal Penal Internacional de la exYugoslavia.

"Jugamos por todos ustedes"

"Gracias Croacia! Gracias Croacia!", declaró Luka Modric a la muchedumbre presente en la plaza central poco después de mediodía.

"Jugamos en Rusia por todos ustedes. Por toda Croacia. Por todos los croatas de Bosnie-Herzegovina, de la diáspora, asi como por nuestros veteranos", dijo el DT Zlatko Dalic. "Croacia antes que nada!", agregó.

Después del himno, los jugadores y el público cantaron a coro "Moja domovina" ("Mi patria"), canción patriótica muy popular en la década de 1990.

Los 'Vatreni' habían aterrizado en el aeropuerto poco después de mediodía.

"¡Levantad las manos! ¡Croaaaaacia!", gritaba un animador a la multitud mientras el avión de los jugadores, escoltado a la entrada en el espacio aéreo croata por dos Mig-21 de la Fuerza Aérea, sobrevolaba antes de su aterrizaje la plaza Jelacic, donde decenas de miles de personas llevaban horas reunidas para ver de cerca a Modric, Ivan Rakitic y compañía.

"¡Juega mi Croacia! ¡Cuando te veo, mi corazón se enciende!", cantó la multitud, para matar el tiempo en la espera, haciendo ondear banderas al viento.

Muchos de los asistentes vestían camisetas con los característicos cuadros rojos y blancos.

En las pantallas situadas en el lugar, los hinchas podían ver la llegada del equipo a suelo croata tras su aventura rusa.

Tras pasar por un arco de agua preparado por los bomberos del aeropuerto Franjo Tudjman, llegó el desembarque.

En las pantallas se vio a Modric en la pasarela del avión y la multitud que le esperaba en la plaza central de Zagreb lo celebraba. El animador gritaba "Luka..." y el resto terminaba con un atronador "¡Modric!". Igual con "Mario... ¡Mandzukic!" o "Dejan... ¡Lovren!".

Los transportes eran gratuitos durante todo el día para facilitar el traslado de los aficionados.

En los edificios de la plaza de estilo austro-húngaro lucían grandes banderas del país, para terminar de dar más ambiente a la gran fiesta de recibimiento.

Niños, ancianos, habitantes del lugar o venidos incluso desde el extranjero: el clima era festivo, con todo un pueblo con ganas de celebración pese a no haber podido levantar el trofeo.

"Un episodio increíble"

"Así amamos a Croacia", se leía en una pancarta. "Somos pocos, pero creímos y eso basta", decía otra.

"Decidí cerrar mi consultorio hoy para recibir a nuestros héroes", explica Sanja Klajic, una doctora. "Puse un cartel que decía: En este 16 de julio de 2018, cerrado por nuestros Vatreni", cuenta.

"Vimos un episodio increíble de nuestra historia. Tenía que estar como fuera en Zagreb para festejar con nuestros chicos", se entusiasma Jure Pavlicic, de 47 años, venido desde Vinkovci (este del país) para esta ocasión.

"Ven aquí, es mejor sitio", dice una mujer a una amiga en una de las calles por las que el autobús acababa de pasar camino de la plaza principal de Zagreb.

"En cien años se hablará todavía de lo logrado por estos jóvenes", se enorgullece Jure, una jubilada de 67 años.

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